Optimismo: Educar en él

Porque en un mes de cambios e incertidumbre como en el que estamos podemos perder el optimismo…  He creído conveniente compartir un artículo que leí no hace mucho de la Dra. Marian Rojas-Estapé sobre el optimismo, y que he visto muy aprovechable para los profesionales que trabajamos con personas. Basándose en estudios del psicólogo Tal Ben Shahar  encargado de dar uno de los cursos más concurridos de la Universidad de Harvard en el que enseña a ser feliz, Marian nos destaca 6 puntos que nos pueden ayudar a ser optimistas.

La gente que ha llegado más lejos en la vida poseía una visión optimismo del mundo de y las personas y sabían comunicarla a otros. 

optimismo

¿Se puede aprender a ser optimista?

Definitivamente si. Podemos aprender a ser positivos. Es un trabajo lento pero lleno de satisfacción y de posibilidades para mejorar nuestra salud física y mental. El optimismo es una forma de capturar el instante presente ya que felicidad no es lo que nos sucede, sino como interpretamos lo que nos sucede. La gente que ha llegado más lejos en la vida poseía una visión optimismo del mundo de y las personas y sabían comunicarla a otros. El optimista sabe ver un proyecto mientras que el pesimista encuentra siempre una excusa para no empezar.

1- Nuestro cerebro cuenta con gran neuroplasticidad. Puede ser entrenado. La ilusión es al cerebro lo que el ejercicio al musculo. La pasión por la vida aumentan las conexiones neuronales y producen un movimiento de neuronas hacia el hipocampo (zona de la memoria y del miedo). Decía Ramón y Cajal, premio Nobel y padre de la neurociencia, “todo ser humano si se lo propone puede ser escultor de su propio proyecto”.

2- Hay que aprender a descubrir lo que nos enseña cada circunstancia adversa. Hace falta paciencia y tiempo. En ocasiones hay que esperar para poder entender los acontecimientos negativos. Decía Winston Churchill, “el optimista ve una oportunidad en toda calamidad; el pesimista ve una calamidad en toda oportunidad”.

3- La desesperanza, la apatía y la desmotivación bloquean zonas de nuestro cerebro y nos impiden ver soluciones. Disminuyen el riego sanguíneo en zonas cerebrales básicas para la resolución de problemas. Debemos aprender a vivir con esperanza, que es la llave para la paz interior.

4- Goethe pensaba; “si tratas a una persona como es, permanecerá como es; pero si la tratas como si fuera lo que debe y puede ser; se convertirá en lo que puede y debe ser”. Esto funciona tanto con nosotros así como con las personas que nos rodean. Sueña en grande, actúa en pequeño.

Este punto uno de los más importantes a tener en cuenta en cualquier relación, sea amistosa,familiar o profesional siempre que se quiera cuidar o mejorar.

5- Crecerse ante la adversidad. No desaparecer o desear desaparecer. Luchar con constancia.

6- Encontrar modelos, ejemplos que nos impulsen. “Si ves a un hombre bueno, imítale; si ves a un hombre malo: examínate a ti mismo” señalaba Confucio. Leer vidas de personas que han sabido seguir adelante a pesar de las dificultades. Nos inspiran para no desanimarnos o abrumarnos por las dificultades del instante presente.

Este punto es otro de los que más destacaría. Cuan importante es hoy en día mostrar modelos ejemplares de optimismo a los niños. Tanto en la familia  como en la escuela leer al niño ejemplo de vidas de personas que superan fracasos, adversidades… servirán para que tengan esperanza e ilusión en los momentos que ellos mismos tengan que superarlos.

La felicidad es una forma de ver la realidad por tanto la tarea de aprender a ser optimistas consiste en ejercitarse en mirar esa realidad, en mirar a las personas de forma amable y en mirar al mundo con esperanza e ilusión.

Este párrafo también va muy relacionado con la escuela pues mirar a las personas de una manera amable, con optimismo,  es enseñar a nuestros alumnos a ser empáticos. A que habrá momentos que sean ellos los que tienen que ayudar a ver el lado positivo a los demás.

Miremos el mundo con ilusión,  creciendo ante las adversidades, tomando modelos que nos impulsen y nos ayuden a vivir con esperanza, para así crear nuevos proyectos. 

M.Mar Ramos Ochoa. Tutora Educación infantil. Madrid.

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