El árbol del mes. Junio: Tilo
¡Acabamos de entrar en el verano! Y ahora el tilo, nuestro árbol de mes, que está en todo su esplendor, despliega su aroma a nuestro alrededor. Con este nombre se hace referencia a una treintena de especies que podemos encontrar de forma natural en el hemisferio norte, en Europa, Asia y el oriente de Norteamérica. Existen además numerosos híbridos, algunos espontáneos y otros artificiales. Pero la que más abunda en Europa en el tilo común (Tilia x vulgaris) híbrido entre el tilo de hoja grande o tilo de Holanda (T. plataphyllos), el tilo de hoja pequeña o tilo silvestre (T. cordata) con el que está emparentada. En laas últimas décadas, se ha introducido el cultivo del tilo plateado (T. tomentosa) , procedente del Próximo Oriente, muy resistente a la contaminación y que se caracteriza por su densa pilosidad blanquecina en el envés de las hojas.
Los tilos son árboles de gran tamaño, frondosos, de aspecto robusto, con copa globosa cuando crecen aislados, que pueden llegar a alcanzar los 40 metros de altura en aquellas especies de mayor longevidad (¡hasta 900 años!). Son árboles de hoja caduca, y estas hojas tienen forma acorazonada (cordiforme es el término botánico), con el borde aserrado y festoneado, con un color verde oscuro en el haz y claro plateado en el envés. Las flores, que aparecen a principios de verano, son de color blanco amarillento y se presentan agrupadas en pequeños racimos con una bráctea alargada y angosta, (una bráctea es una hoja de forma distinta a las hojas normales, situada en la proximidad de las flores). Formarán frutos de forma ovoide, que contiene entre una y tres semillas.
Es un árbol que vive de forma natural en zonas boscosas húmedas y umbrías, con suelos ricos en nutrientes y preferentemente ácidos, en barrancos, hoces y desfiladeros. Aparece mezclado con hayas, arces, robledales, serbales y otras especies umbráticas.
Es nativo de las regiones templadas del hemisferio norte.
Su nombre latino proviene de Tilia nombre genérico que proviene del griego “ptilon”, que significa ala, por las brácteas, que luego facilitarán la propagación de la fruta por el viento.
El tilo se utiliza en parques, jardines y calles y avenidas, en alineaciones, en grupo o de manera aislada. Proporciona una buena sombra en verano. Se adapta a cualquier tipo de suelo, siempre que tengan un buen drenaje, y, aunque necesita un riego moderado, aguanta bien la sequía. Sin embargo, un calor excesivo puede perjudicarlo. Soportan bien tanto la luz del sol como la semisombra.
Las flores del tilo se utilizan como relajantes o somníferos en infusión, en la conocida tila. La infusión de tila se recomienda especialmente para asegurar un sueño profundo y reparador. También se aconseja para combatir el histerismo, jaquecas, espasmos y la acidez gástrica. Para hacer estas infusiones las flores deben recolectarse al final de la primavera, cuando acaban de abrirse, únicamente en días soleados y con aire seco, para que se sequen rápidamente. Las flores marchitas y las que estén aún en capullo deben dejarse en el árbol.
Las abejas que acuden a las flores del tilo producen una buena miel.
De la corteza, recolectada en abril o mayo, se obtienen fibras utilizadas para fabricar cuerdas y diferentes tejidos.
El tilo ha sido considerado como elemento sagrado entre varias de las antiguas tribus indoeuropeas, a causa de su longevidad y su aspecto robusto.
En relación con el tilo, hay numerosos escritos y novelas, así como anécdotas
Vosotros, entre abejas monacales
de oro sonoro, Tilos
que desde el huerto veis surtir cristales
de mi ciprés de Silos.
Como la flor del Tilo en primavera
contra el insomnio torvo,
beberte en infusión, niña, quisiera
beberte sorbo a sorbo.
(Gerardo Diego, El Tilo)
El símbolo de sabiduría del Tilo quedó plasmado en el estudio de la botánica a través de un pequeña anécdota ocurrida en el siglo XVII en Suecia. Cerca de la casa del pequeño Nils Ingemarsson crecía un hermoso Tilo y cuando iba a la escuela, sus compañeros le llamaban: «el niño del Tilo». Este árbol debía fascinarle, pues el sobrenombre, lejos de disgustarle, le agradaba tanto que cambió su propio apellido por Linneus, derivado de la palabra sueca lind, Tilo. El joven Nils Linneus creció y fue pastor de almas. Durante toda su vida siempre mantuvo un especial amor por el estudio de las plantas y de la apicultura. Su hijo Carl se desarrolló en este ambiente de respeto y veneración a las plantas. Más tarde, este hijo se convertiría en el más grande botánico de todos los tiempos. Ideó las bases de nomenclatura para la clasificación y sistemática de todo el mundo vegetal y animal, creando el orden sobre el caos taxonómico imperante hasta entonces
El paseo más emblemático del Berlín de la «Belle Epoque» y de los felices años veinte fue «Unter den Linden» (El paseo bajo los Tilos), era la espina dorsal de toda la actividad de la gran urbe. Este paseo resultó muy dañado por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Los Tilos sobrevivientes se cortaron para convertirlos en leña, en aquellos tristes tiempos de hambre y miseria. Tras la división de la ciudad, este paseo pasó a formar parte del sector oriental, y allí durante largos años languideció, no era más que una sombra de su pasado. Actualmente, una vez unificada la ciudad, se ha procedido a recuperar el antiguo esplendor de esta vía, antaño tan importarte, restaurándola y reedificándola. Los Tilos se han vuelto a plantar. Poco a poco, la ciudad se despierta de su lenta agonía. La sabiduría que dan los años vividos en paz y libertad, ha permitido el retorno de los Tilos a Berlín, para disfrute de todos los ciudadanos, sin distinción de razas ni ideologías. Desde sus silenciosos alcorques, estos viejos amigos han cerrado un largo paréntesis en la historia, paréntesis que nunca debió existir.
(recogidas en: http://www.ambiente-ecologico.com/revist63/muceda63.htm )
“Cuando Anke se asoma a la ventana de su casa, ve un árbol, un tilo. Su madre le explica que aún es joven, y que por eso tiene el tronco tan delgado. –Fíjate –le dijo hace tiempo–, es el mismo tipo de árbol que hay en la gran avenida, por la que paseamos con papá los domingos. Anke pasea con sus padres y, de vez en cuando, también con sus abuelos, por una calle grande repleta de tiendas y edificios antiguos. Allí está la ópera, los teatros, y hace tiempo se hallaba el palacio de la llama encendida, que era una especie de habitación sin muebles, con grandes letras en las paredes de mármol, y con una llama encendida día y noche. –Los tilos de la avenida, que precisamente se llama «Bajo los tilos», porque tiene muchos, ¿a que son grandes, altos y tienen muchas hojas? Los tilos de la avenida son como 9 papá y como yo, bueno, ¡como los abuelos! –ríe su madre–. En cambio el tilo que ves desde la ventana es joven y delicado como tú”. Los tilos de Berlín” Ángel Burgas
Marian Goicoechea Acosta
Departamento de Ciencias Naturales
Colegio La Presentación de Granada