Propongo una mirada crítica hacia lo que está ocurriendo: ¿Es justo el comercio?
Cuando los alumnos de 1º de Bachillerato escuchan hablar del tema del
comercio justo muy pocos saben realmente lo que significa. A algunos les suena pero no alcanzan a entender la dimensión del problema. Acudimos a una tienda de comercio justo muy cercana a nuestro centro dondepueden conocer in situ los productos y dondese les explica cómo funciona el comercio en el mundo. Entonces,su miradahacia lo que hay alrededor cambia. Aparecen lasorpresa, la duda, la curiosidad. También aparecen palabras como intermediarios, multinacionales, máximo beneficio, globalización, dependencia, desigualdad, falta de dignidad y poco a poco los diferentes conceptos se van interrelacionando y lo van entendiendo.
El “comercio justo” es un movimiento apoyado por asociaciones, cooperativas y ONGD. Es una alternativa a la injusticia que existe a nivel mundial con respecto a los intercambios comerciales, es una forma de defender la dignidad del trabajador, de luchar porque la eficacia económica esté al servicio de las necesidades sociales y no al revés.
Pero ¿cómo puede esta temática estar relacionada con un alumno de 16 o de 17 años?Creo que es muy importante que el adolescente conozca la realidad. Nuestros hijos tienen que estar informados y no deben vivir ajenos a estos problemas. Solamente desde este conocimiento podrán ir forjándose un juicio de valor e intentar cambiar las piezas del rompecabezas. Tienen que saber que no es un problema ajeno a nosotros, porque nuestras compras son el último eslabón de una cadena de injusticia que comienza en los países del Sur y termina en los mercados de los países del Norte. Pero la realidad también es que éste es un tema que no interesa y que no vende. La globalización y el estilo de vida trepidante que llevamos ocultanla doble moral de un mundo en el que primasatisfacernuestras necesidadescon inmediatez. Lo que menos nos preocupa es de donde proceden los productos, si contaminan, o si existen condiciones denigrantes para los trabajadores que los producen.
Es un tema complicado porque aunque los adolescentes llegan a entender el problema se encuentran con que las soluciones a esta dura realidad están muy limitadas. El poder de los países más poderosos domina el mundo y hoy más que nunca vemos cómo las grandes empresas imponen sus leyes. Como detalle,que a mí me parece muy significativo,están las puertas de las tiendas que se abren sin sentido cuando pasamos, demostrando su indiferencia ante el tremendo derroche energético. ¿Y qué ocurre con la dignidad de las personas? Muchas o bien se empobrecen o bien abandonan el campo o sus ciudades ante imposiciones a su producción que no pueden negociar o ante un pago mísero a sus productos.
El marketing ha impuesto su cara lavada a una realidad que tiene mucha culpa de los problemas que hoy en día suceden en el mundo, pero nosotros todavía podemos hacer algo, podemos optar a una alternativa al comercio actual: luchar por un comercio justo. No debemos comprar barato a cualquier precio ni comprar sin ninguna información. Hay que exigir calidad, pero también hay que aprender a exigir que todos los trabajadores, provengan de donde provengan, tengan un salario digno y gocen de unas condiciones mínimas de salud.
Ojalá las generaciones que vengan sean más resolutivas que nosotros aunque solo sea porque sean más conscientes de la insostenibilidad del planeta o del empobrecimiento e injusticia que sufre gran parte de la población mundial. Ojalá las generaciones que vengan lean el etiquetado de los productos y se interesen por quién hay detrás de ellos. Ojalá las generaciones que vengan sean más valientes.
Podría buscar enlaces relacionados con el comercio justo pero no lo voy a hacer porque creo que internet está lleno de ellos. Solamente deseo añadirque los padres y los docentes en primera y última instancia somos en gran medida los responsables de transmitir a los adolescentes el conocimiento de esta realidad y de animarlos a tomar no el camino de la indiferencia sino el camino de la implicación. Creo que todavía es momento para el cambio pero puede que no quede mucho tiempo más. Tiene que ser AHORA.
Mercedes García Esteo