Disfemia o tartamudez
Como maestro de E. Infantil y Pedagogo terapéutico creo que es fundamental tener en cuenta este tipo de patología. Pues estamos en continuo contacto con niños/as que la pueden padecer y les podemos ser de gran utilidad.
Por ello, la actitud del maestro/a hacia el niño tartamudo debe de ser importantísima durante los cursos de infantil y primaria. Ya que, el niño/a puede acumular mucha frustración y angustia ante algunos compañeros , o por el contrario, puede aprender a desarrollar su propia forma de comunicación, al igual que se forja una personalidad que le permita afrontar el problema del tartamudeo. Así, estimo, que los maestros tienen que saber que el niño tartamudo es un niño/a normal, que no tiene ningún trastorno de personalidad aunque su conducta a veces indique que si los tiene. Es necesario que tengan actitudes sinceras, haciéndoles saber que conocen su problema, que lo valoran y que están dispuestos a apoyarlos dentro de lo que es normal. Nunca debemos de ignorar el problema o minimizarlo porque podemos producir un gran daño en los alumnos/as.
Los maestros/as, en el aula debemos de realizar una gran tarea con la conducta del resto de la clase hacia el niño/a tartamudo. Los niños/as deben ser educados en la tolerancia y en la comprensión de las limitaciones de cada compañero/a.
Por otro lado, es fundamental que a la hora de abordar la intervención con niños/as que presentan tartamudez tengamos en cuenta una serie de requisitos para conseguir un pleno desarrollo de la terapia y a la vez del niño/a afectado.
Por lo tanto tenemos que:
• Evitar la corrección cuando hable el niño/a tartamudo
• Evitar críticas, burlas, o castigos, a un niño tartamudo
• No intentar ayudarlo a que complete la palabra que quiere transmitir
• Darle todo el tiempo que él necesite para hablar
• Estimular y fomentar un buen clima de comunicación
• Realizar juegos populares donde todos se puedan expresar libremente.
• Contar cuentos al niño/a
• Reconocer su problema y dificultad para poder trabajarlo de forma segura y activa por parte del niño/a.
• Corregirles solamente en casos muy específicos, pero de forma positiva
• Hablar pausadamente con el niño/a para que así hable de la misma forma
• Hacerles leer en voz alta.
Para concluir, me gustaría comentar que los maestros/as debemos de tener los ojos bien abiertos en nuestras aulas y observar la expresión oral en nuestro alumnado. Ya que una detección a tiempo (de un problema de tartamudez) en un niño /a tan pequeño, hace que en ese momento no sea un alumno/a perfecto a nivel académico pero si un adulto feliz en el futuro.
Pedro Cabrera Cañete, maestro de Educación especial e infantil
Colegio de La Presentación de Málaga