¿Educamos en valores?
Tenemos una juventud con muchas cosas buenas. Es una juventud dinámica, crítica, formada, muy avanzada en nuevas tecnologías, que se cuida, con un espíritu emprendedor en muchos casos…
Pero en el tema de los valores algo no funciona. ¿Qué nos está pasando?
Creo que es especialmente preocupante el carácter agresivo de nuestros adolescentes. Sabemos que estamos en una sociedad materialista, muchas veces insensible a las necesidades del otro. Se valoran prioritariamente el poder, el dinero, el éxito y los bienes de consumo, y esto es lo que trasladamos a los jóvenes desde todos los sectores, especialmente desde la televisión y la política tampoco ayuda mucho debido a la marcada corrupción.
Y el contagio social también es culpable. El anonimato del grupo donde no hay conciencia personal y se ignora la culpa, está proliferando. La glorificación de conductas poco apropiadas que continuamente están presentes en televisión y en la calle, acentúan este hecho.
Últimamente he visto en las marquesinas de los autobuses propaganda clara sobre alguna marca de alcohol obviamente dañina para la juventud, tanto por el eslogan como por los jóvenes que la imagen reflejaba y ante quién claramente iba dirigida la publicidad. Esto es sólo un ejemplo más entre otros muchos, pero me pregunto, ¿Si no es esto lo que queremos para nuestros jóvenes, por qué lo permitimos?
Desde el aula se aprecian muchas conductas como la falta de sensibilidad al compañero que “no es amigo”, la necesidad de estar detrás para que el alumno ordene, respete, sea educado e incluso los alumnos que ceden el sitio en el autobús al profesor que los acompaña a alguna excursión en su ciudad son casi inexistentes.
Y uno a veces se pregunta, ¿qué es lo que se enseña en las familias? ¿No estaremos tan abrumados con el trabajo y el ritmo trepidante que no tenemos tiempo para educar a nuestros hijos? ¿Les damos ejemplo suficiente o dejamos esta indispensable tarea al centro escolar? Nuestros hijos cada vez aprecian menos el valor de las cosas y se han acostumbrado a pedir y a ser exigentes. Esa exigencia se refleja en el aula.
Con todo lo expuesto no quiero transmitir que los docentes tengamos que rehacer todo lo que no ha sido capaz de desarrollar convenientemente la familia. La familia es la principal responsable, pero creo sinceramente que las familias nos necesitan más que nunca, necesitan de nuestra ayuda. Son las primeras que están ahogadas en esta sociedad con tantos sin sentidos y debe de existir un diálogo permanente entre familia y centro escolar. El docente debe de ser conocedor de las circunstancias personales del niño y las familias deben de defender la autoridad del profesor. Sin esta premisa, tampoco podemos avanzar. Tenemos que darnos cuenta que tenemos que trabajar juntos, familia y centro escolar.
¿Qué podemos hacer desde el aula para defender y transmitir los valores, además de establecer en nuestras programaciones temas transversales para trabajar la paz, la convivencia, la ciudadanía…?
- Tener tiempo para desarrollarlos temas transversales reflejados en las programaciones. Pensarlos a conciencia.
- No solamente trabajar estos temas desde la tutoría, sino desde cualquier asignatura. Todos somos importantes.
- No permitir bajo ningún concepto la falta de respeto en el aula hacia nadie.
- Dialogar máscon los alumnos. Si viene al caso en la asignatura, mejor. Buscar algunos minutos de diálogo con respecto a algún tema de actualidad.
- Aprovechar noticiasque les interesen para opinar sobre lo que está bien o está mal.
- Gratificar al alumno que adopte conductas cívicas o educadas. Cualquier pequeño atisbo, ensalzarlo y destacar lo importante de su conducta.
- Inculcar en el alumno principios para que se sienta parte de la sociedad.
- Cuando hacemos grupos de trabajo potenciar el valor de la solidaridad. No será suficiente que los mejores alumnos se aprendan lo que tienen que exponer. Si alguno de su grupo falla por falta de ayuda de los demás, tenerlo presente.
- Hablar también de la bondad de la que no es normal hablar. Parece que solo se relaciona con la religión y por ello mismo, ante el laicismo imperante, se menosprecia.
- Luchar por una educación igualitaria en todos los ámbitos.
Muy posiblemente nuestras Delegaciones de Educación deberían de tener muy presente todo esto y no incluir tantísimo temario en las programaciones, deberían dejarnos un margen de actuación para toda la tarea de la que hablo, tarea posiblemente tan importante o más que la docente.
Pese a lo dicho creo que hay que tener esperanza y pensar que esta situación se puede cambiar. Pero para ello debemos trabajar con las miras puestas más que nunca en la importancia de los valores y en la necesidad de defenderlos por encima de todo. Hasta que no estemos convencidos plenamente de cómo nos necesita la sociedad en este aspecto, como educadores directos de los niños y adolescentes, no venceremos.
Enlaces de interés:
Mercedes García Esteo
Colegio La Presentación de Granada