Este artículo viene a tenor de como muchas personas siguen viendo el saber como algo compartimentado en estancos sin conexión alguna .Cuando explico a mis alumno/as la historia del pensamiento occidental ; y especialmente cuando analizamos la vigencia y actualidad de un filósofo, lo hago siempre desde la interdisciplinariedad, desde el fomento en cada uno de ello/as de una comprensión asociativa que contribuya a su madurez intelectual y a la adquisición de un bagaje cultural.
El curso pasado 2014 – 2015 analizábamos la vigencia y actualidad del perspectivismo de Ortega cara a las PAU y lo relacionábamos con la teoría de la relatividad de Einstein .Tras este análisis entendieron la conexión y complementariedad entre ambos autores , a los cuales a priori veían sin nexo alguno.
En 2005 , hace ya diez años , se cumplieron cincuenta años del fallecimiento en 1955 , casualmente el mismo año , de dos grandes pensadores del siglo XX : El físico de origen alemán Albert Einstein y el filósofo español José Ortega y Gasset. El primero es conocido, sobre todo, por la teoría de la relatividad, la cual lo convirtió en el científico más célebre del siglo XX, quizá porque el nombre asignado a esta teoría hizo creer erróneamente a algunos que era una justificación científica de una postura filosófica que flotaba en el aire en la cultura occidental a principios del XX y que aún perdura , transcurrida década y media del siglo XXI . Según esta postura relativista no existe nada absoluto, sino que todo es relativo y cambiante. El segundo es , sin duda , el filósofo más importante que ha habido en la filosofía contemporánea española ; prueba de ello es el hecho de que no es raro escuchar a personas , en ámbitos coloquiales , afirmar: “Como dijo Ortega y Gasset : “ Yo soy yo y mi circunstancia”, es decir, emplean esta ya celebérrima frase como una justificación para cierto tipo de relativismo social o histórico , según el cual sólo se puede entender y valorar algo correctamente si se consideran las circunstancias, cambiantes, que rodean , influyen o determinan al yo .En 1905, el año en que Einstein publicó su primer artículo sobre la teoría de la relatividad, a saber, “Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento”, Ortega viajó a Alemania, al que consideraba el “país de la ciencia” , allí siguió los cursos de algunos filósofos neokantianos , como Cohen y Natorp , para los cuales la filosofía era, ante todo, una crítica del conocimiento. Y, en 1907, cuando regresó a España lo hizo con el firme propósito de modernizar a su país a través de la ciencia universal y objetiva, pues juzgaba que se encontraba encerrado en una mentalidad provinciana. Por ello, este primer periodo de su obra , que termina en 1914, es calificado de “objetivista” o “cientificista”.
Enstein en 1923 paseando por las calles de Madrid , acompañado por Blas Cabrera,un insigne físico español de la época que participó en el Congreso De Solvay en el que participaron Madame curie, Heisenberg y Einstein entre otros.
EINSTEIN EN ESPAÑA
Intervención de Einstein en el Paraninfo de Zaragoza. Estuvo en la ciudad desde el 12 al 14 de Marzo de 1923.
El 22 de febrero de 1923, meses antes del golpe de Estado de Primo de Rivera, Albert Einstein visitó España . El famoso físico llegaba a Barcelona invitado por el científico Esteban Terradas, en nombre de la Mancomunitat. Iniciaba su visita a España en un periplo que le llevaría a Madrid y Zaragoza. El viaje, que historiadores de la ciencia como Antoni Roca y Thomas F. Glick han analizado, está repleto de anécdotas que Ilustran aspectos de la sociedad española de entreguerras y la situación (y escasa relevancia) de la física española del momento. Ese mismo año en 1923 fue publicada la primera edición de un libro importante de Ortega: El tema de nuestro tiempo. En uno de los apéndices del libro aparece una sugerente interpretación filosófica del sentido general latente en la teoría física de Einstein. El propio Ortega es consciente de su aportación al decir, en el prólogo de la obra: «Creo que, por vez primera, se subraya aquí cierto carácter ideológico que lleva en sí esta teoría y contradice las interpretaciones que hasta ahora solían darse de ella».
En su visita a España, Albert Enstein fue agasajado por el rey Alfonso XIII.
Einstein era judío , y prácticamente nadie en España mencionó que lo era ; de hecho , el diario El debate lo describió como teutón . Lo curioso es que diez años más tarde , en 1933 , cuando le ofrecieron una cátedra en Madrid , coincidiendo con la exacerbada polarización ideológica de la Segunda República , la prensa de derechas lo llamó “judío filomarxista”.
Durante la era franquista Einstein no llegó a estar proscrito como Darwin y Freud , pero en los años cuarenta su figura se vio silenciada y cuestionada debido a la actitud favorable que el científico adoptó hacia la Segunda República.
Albert Einstein visita Toledo, 6 de marzo de 1923.
Lo cierto es que Ortega fue de los pocos filósofos en Europa que muy pronto concedió importancia filosófica a las teorías físicas de Einstein. Prueba de ello es que ya en 1923 le dedicó el ensayo citado, que aún hoy es relevante para evaluar el sentido histórico e ideológico de la teoría de la relatividad.
CRÍTICA DE ORTEGA A EINSTEIN
Nada de eso, sin embargo, fue obstáculo para que Ortega, en 1937, hiciera de Einstein el ejemplo más sobresaliente de frivolidad e irresponsabilidad política que ha caracterizado a los intelectuales de la época. La crítica certera y vital que el español hizo del alemán era una sabia predicción del comportamiento dudoso, y a veces caprichoso, que más tarde adoptaría Einstein ante la fabricación de la bomba atómica. Ortega escribió su crítica a Einstein por actuar irresponsablemente sobre lo que estaba sucediendo en España al comienzo de la Guerra Civil. Ortega denunciaba la falta de inteligencia ante la política del Gobierno republicano.
La República, la misma que Ortega había ayudado a parir, no sólo lo traicionó en su primera época, sino que lo vejó haciéndole firmar documentos a su favor «bajo las más graves amenazas». Ortega, finalmente, tuvo que exiliarse.
Sí, en efecto, Ortega fue un exiliado de la República. Nadie, por lo tanto, que sea piadoso con su historia, o sea honrado, debería olvidar que la República también ultrajó a cientos de hombres y mujeres con el exilio. Ortega estuvo entre ellos.
Algo de todo eso puede hallarse en el ‘Epílogo para ingleses’ escrito por Ortega, en el gélido invierno parisino del 37, para complementar la edición inglesa de La rebelión de las masas. Ortega estaba acusando muy duramente a los intelectuales extranjeros , entre ellos a Einstein , que firmaron documentos de apoyo a la República sin tener ni idea de lo que estaba pasando.
Desconocían, por ejemplo, el dramático suceso por el que tuvo que pasar Ortega en la Residencia de Estudiantes en julio de 1936. Allí, un grupo de milicianos, entre los que se hallaba su discípula María Zambrano, «obligó», por contarlo con brevedad y decirlo suavemente, a Ortega y otros intelectuales a firmar un manifiesto de apoyo al Gobierno de la República.
Cuenta Ortega en la citada obra: «Mientras en Madrid los comunistas y sus afines obligaban, bajo las más graves amenazas, a escritores y profesores a firmar manifiestos, a hablar por radio, etc., cómodamente sentados en sus despachos o en sus clubs, exentos de toda presión, algunos de los principales escritores ingleses firmaban otro manifiesto donde se garantizaba que esos comunistas y sus afines eran los defensores de la libertad«.
Hoy, esa crítica de Ortega sigue siendo actual, o sea filosófica, porque descubre, primero, la debilidad intelectual de quien opina sobre el presente sin conocer la historia y, segundo, desacredita la noble función del intelectual cuando éste se deja llevar por la fascinación del poder.
Al respecto dice Ortega sobre sobre el genio de la «relatividad»:
«Hace unos días, Alberto Einstein se ha creído con ‘derecho‘ a opinar sobre la guerra civil española y tomar posición ante ella. Ahora bien, Alberto Einstein usufructúa una ignorancia radical sobre lo que ha pasado en España ahora, hace siglos y siempre. El espíritu que le lleva a esta insolente intervención es el mismo que desde hace mucho tiempo viene causando el desprestigio universal del hombre intelectual, el cual, a su vez, hace que hoy vaya el mundo a la deriva, falto de pouvoir spirituel».
JUAN PARDO SORIANO.
Profesor de Historia de la Filosofía de La Presentación de Guadix.