Es la tarde de un viernes en el aula de 4 años A. Los niños y niñas están ya cansados de la semana y por lo tanto, un poco alterados física y mentalmente. Es el momento ideal para una actividad que les relaje y a la vez, capte su atención y les permita expresarse con el movimiento, en esta ocasión sobre el papel. Durante el último mes, hemos estado trabajando de manera más detallada la emoción de la sorpresa, y la actividad se va a centrar principalmente en ella, aunque después hemos pasado a otras emociones diferentes, debido al éxito de la misma.
Previamente a su realización, he seleccionado una melodía para trabajar la emoción de la sorpresa. “Sorpresa”, de Haydn ha sido ideal, ya que parece una melodía que sigue una pauta muy tranquila hasta que de repente, da un golpe, como un susto. En el aula, extendemos por el suelo papel continuo, en una extensión lo suficientemente grande para que cada niño tenga espacio para extender sus brazos dibujando. También se puede hacer en folios de A3 individuales. Pedimos entonces a los niños que busquen un espacio en el papel continuo (pueden tumbarse , sentarse, como estén cómodos) y les damos unas ceras gruesas para sostener en las manos. Les contamos que vamos a pintar con los ojos cerrados o tapados, y que nuestras manos van a seguir lo que sintamos al escuchar la música con atención. Insistimos en que es muy importante tener los ojitos cerrados para sentir mejor lo que la música nos cuenta (siempre hay algún niño que abre los ojos,pero no pasa nada. Si quieren, podemos usar un pañuelo para tapárselos).
La música comienza, y es muy bonito ver cómo los peques comienzan a pintar sin ver, al ritmo de la música, según sea éste más o menos rápido. En el momento de la sorpresa, no sólo se sorprenden y gritan, sino que en sus dibujos también se aprecia el trazo. Les gusta tanto la actividad, que quieren repetirla una y otra vez. Después de un rato, jugamos con otras melodías, como la “Sinfonía de los juguetes”, de Mozart (alegre), “Tristeza”, de Chopin (triste) y la “Marcha imperial” , de John Williams (miedo). En cada una de ellas merece la pena observar a los niños y niñas, sus expresiones faciales y corporales mientras escuchan la música, así como los dibujos, sus trazos.
Al terminar, nos sentamos todos en la asamblea, en círculo, y compartimos cómo nos hemos sentido, lo que más nos ha gustado, qué emociones nos ha transmitido la música, qué hemos imaginado mientras dibujábamos… Es fundamental realizar esta asamblea para poder exteriorizar y compartir nuestros sentimientos y emociones.
Esta misma actividad puede realizarse, en vez de dibujando, moviéndonos según lo que nos transmite la música. ¡Merece la pena!
Beatriz Cabo Tártalo. Tutora Educación infantil. Madrid.