Halloween x Holywins

Halloween x Holywins

IT’S TIME TO CHANGE= HALLOWEEN X HOLYWINS= LOS SANTOS GANAN.

Algunos no comulgamos con Halloween, pero contestar a esa especie de dogmatismo verbenero que se ha acomodado entre nosotros sin preguntar, no es fácil.

Una fiesta desenfadada y nocturna que da permiso para la trasgresión, con cierta dedicación al género de terror, se extiende imparable porque es divertida, porque se implanta en el colegio, fomenta el consumo y además sale en televisión.

Parece imponerse de forma obligatoria ante la inoperancia, cuando no colaboración, incluso de centros católicos que la introducen frente a tanta actividad aburrida, antigua y castellana; como ejercicio simpático, actual y anglosajón.

En la escuela, Halloween se presenta ligado al tsunami bilingüe de la mano de la asignatura de inglés, conscientes de que está llamado a triunfar socialmente, sobre todo si la única alternativa es la celebración de Todos los Santos o la de los Fieles Difuntos, es decir, ir al misa o al cementerio, lo que no es ni divertido, ni mediático, ni escolar, ni comercial.

Sin embargo resulta extraño que un centro cristiano cambie los ángeles por murciélagos o las nubes por telarañas.

Holywins es una alternativa para los que quieran plantar cara a esa nebulosa esotérica; consiste en disfrazar a los niños de santos y animarles a conocer su historia.

Una figura histórica real, con una historia que contar, es mas poderosa que una mera fiesta de disfraces.

Ha habido santos guerreros, princesas, decapitados, mutilados… cualquier cosa que guste a un niño o niña puede encontrar su disfraz de santo adecuado.

En este sentido es muy interesante por el caudal de recursos que ofrece el artículo de Pablo J. Ginés “Así es Holywins: disfraces, caramelos, frases de santos, música cristiana y evangelizar en la calle”

Hay tradiciones cristianas que se mantienen con fuerza, mucha gente que no va a misa durante el año, sí lo hace en Todos los Santos; incluso los dulces tradicionales dan ocasión para hablar en casa de la fiesta.

Al final lo más subversivo contra el Halloween consumista será hablar de nuestros seres queridos que ya murieron, eso es algo profundamente instalado en el corazón de cualquier ser humano que haya perdido un ser querido.

El Halloween cristiano y el pagano coinciden en el trato con ese “otro” que es el difunto, alguien que aunque murió sigue siendo de los nuestros, nuestro pariente, nuestro familiar; porque la muerte no rompe el trato entre nosotros.

El cristianismo lo que añade es que ese trato es de amor, de comunión, y nunca de miedo.

El Halloween mundano, por el contrario, olvida por completo al difunto real, porque eso obligaría a pensar seriamente en el sentido de la vida, y lo sustituye por el difunto ficticio, o sea, el monstruo, el no muerto, el vampiro o el zombie, pasando rápidamente a la bebida y la diversión.

Un punto débil de Halloween es que no tiene una historia, un cuento, una narrativa fundacional para contar, como por ejemplo, los Reyes Magos.

Lo cierto es que incluso las historias de monstruos y zombies terminan haciendo pensar en el bien y el mal, y eso es subversivo en nuestro mundo relativista; chirría en la sociedad posmoderna, hedonista y comodona.

Entre los jóvenes Halloween es una mera excusa para beber, ir de fiesta o ligar. Las tiendas tienen comprobado que los disfraces femeninos que se venden en octubre no son estrictamente de miedo, sino “sexis”: diablesa sexy, bruja o vampiresa sexy…

Las niñas pequeñas quieren lo que salga en la tele, mientras que los únicos interesados en intentar dar miedo suelen ser los niños varones.

El artículo de www.ReligionenLibertad.com de donde parten estas consideraciones, recuerda que una cosa son los difuntos… y otra los monstruos; que las cuatro dimensiones que despliega Halloween son lo mundano, lo pagano, lo cristiano y lo esotérico.

Apoyada sin reservas por los medios de comunicación de masas, los comercios se aplican a la tarea con un objetivo psicológico conocido por cualquier vendedor: con la sensación de fiesta se vende más.

Salvador – La Presentación

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